Entrada destacada

Cómo alimentarse y alimentar a sus hijos

Madre es madre! Y para la mayoría, la mayor preocupación en el día a día con los niños es sin duda la comida. Algunos porque los niños ...

Mostrando entradas con la etiqueta hijas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta hijas. Mostrar todas las entradas

domingo, 12 de junio de 2011

Hijas adolescentes


¿Qué pasó con aquella bebita tierna a la que alguna vez miramos embobadas mientras parientes y amigos nos decían "parece una muñequita''? ¿Dónde quedó la nena dulce que venía corriendo a refugiarse en nuestra falda, buscando consuelo o complicidad? ¿Será posible que se haya convertido en esta jovencita insolente y malhumorada, ajena y reservada?

Si usted es madre de una niña púber o adolescente, sabe de qué estamos hablando. Y si no lo es, bastará que mire a su alrededor, que escuche los testimonios de otras madres. Suelen ser de este estilo:

•"A veces me pasa que desconozco a mi hija. Hasta ahora habíamos sido casi inseparables. Pero de un tiempo a esta parte parece empecinada en mostrarse como una extraña. Se acabaron las confidencias y ya no aguanto que ande siempre con esa expresión de fastidio, como si todo lo que yo dijera le molestara. Nada le viene bien; sencillamente, no nos entendemos, y eso me desespera". (Clara , 43 años, su hija tiene 14).

• "Me casé muy joven y siempre pensé que sería hermoso llegar a este momento: tener una hija de 16 años cuando yo apenas tengo 35. Me imaginaba que seríamos amigas, que podría ayudarla, aconsejarla, entenderla. Pero es imposible, porque ella se aisla. Discutimos mucho y con bronca. Me enferma ver que se pase horas encerrada en su cuarto, o que prefiera a esa amiga rara que tiene, antes que aceptar cualquier invitación que yo pueda hacerle. ¿Cómo fue que me equivoqué tanto? Y lo peor es que ni siquiera sé muy bien en qué me equivoqué." (Irene R.)

• "Mi marido dice que ya está harto de las peleas que tengo con mi hija. Y claro, para él es muy fácil porque no tiene que andar lidiando con ella. A él lo respeta, pero a mí... Yo digo: es una joven inteligente, ¿tanto le cuesta entender que a mí me dejaría contenta si a veces, sólo a veces, me hiciera caso? Con mi hijo, y eso que es varón, tuve menos problemas. La nena, en cambio, parece que disfrutara haciéndome sufrir". (Mabel G., 40 años, tiene una hija de 13).

• "Lo que más me duele es su mirada de desprecio. El otro día no tuvo ningún empacho en decirme que lo mejor que puedo hacer es ocuparme de mi vida, 'que bastante estropeada está'. Pero no le di el gusto de ponerme a llorar, como otras veces. Yo también le grité. Le dije que seguramente ella no sentía lo mismo cuando yo le daba la teta, cuando le limpiaba los pañales sucios, cuando me privaba de salir para no dejarla a cargo de nadie, o ahora mismo, cuando ando recogiéndole la ropa que deja tirada y sirviéndole como mucama de lujo. Le dije que ya estoy harta, y es verdad". (Noemí T., 42 años, una hija de 16).

Apenas cuatro casos, pero alcanzan como muestra de una situación muy frecuente, que desconcierta, confunde... y duele. Sin embargo, y a pesar de la dureza de estos testimonios, las madres que aquí opinan no fueron tan categóricas al principio de la charla. Les costó meterse de lleno en sentimientos tan '' incómodos'' como la ira o la frustración, pasando por encima de la valla de los cuentos color de rosa. Esos cuentos legendarios que las mujeres siempre escuchamos fascinadas, acerca de madres perfectas que sólo tendrían hijas perfectas.

Y no. Claro que no, que no existe la perfección; ni en ésta ni en ninguna otra relación humana. Las madres reales de hijas reales están unidas por un vínculo tan amoroso como conflictivo. Y uno de los momentos de mayor conflicto es precisamente aquel en que la hija comienza a convertirse en mujer.

lunes, 25 de abril de 2011

Hablar de anticonceptivos


No se puede cerrar los ojos. Convertirse en mujer implica ser capaz de procrear. Es cierto que durante los primeros períodos, muy raras veces tiene lugar una ovulación efectiva. También pasará mucho tiempo antes de que la ovulación sea realmente regular. Pero no existen garantías de que la joven no quede embarazada si mantiene relaciones sexuales.

Muchos padres de chicas de 11 ó 12 años se sienten un poco perplejos ante la idea de tener que abordar este tema con sus hijas. Pero también deberían saber que el seis por ciento de las niñas de 14 años, el 20 por ciento de las de 15 y el 44 por ciento de las de 16 años, empiezan a tener relaciones sexuales, por más precoz qué pueda parecer esta iniciación.

Y lo más grave del asunto es que la mayoría de ellas no toman medidas anticonceptivas las primeras veces. Sabemos que es difícil hablar con las adolescentes sobre los temas referentes a la sexualidad y, en especial, sobre el tema de los anticonceptivos. Pero, un embarazo no deseado puede ser mil veces más traumático que una conversación sincera entre madre e hija. La información es fundamental, tanto si se trata de su primera regla y su significado como si se intenta prevenir un paso en falso. Hablar es la regla de oro.

domingo, 17 de abril de 2011

La regla es irregular


Otra cuestión importante que hay que saber es que sólo un uno por ciento de las mujeres tienen el período puntualmente cada 28 días, durante un largo lapso de su vida. Simplemente un viaje, un cambio de clima, una fiebre infecciosa, un problema emocional, un examen difícil... pueden desbaratar totalmente el ciclo de una mujer.

Ya lo dicen medio en broma los ginecólogos: lo único regular de la regla es su irregularidad. Además, el ritmo menstrual varía con la edad. Las chicas entre 13 y 17 años tienen un ciclo de una duración media de 34 días aproximadamente con una desviación normal de nueve días hacia atrás o hacia adelante. En cambio, entre los 30 y los 40 años, el ciclo dura, por término medio, unos 28 ó 30 días.

Volviendo a las jóvenes, después de la primera hemorragia menstrual, las siguientes pueden producirse después de seis semanas o 28 días, siendo ambos casos normales. A menudo ocurre también que después de los primeros ciclos, aparentemente ya regulares, la regla desaparece durante algún tiempo. Esto es totalmente normal, ya que el cuerpo todavía se está organizando y tarda en estabilizarse.

La irregularidad de estos cambios hormonales puede resultar engorrosa para muchas chicas, ya que genera ansiedad. A ello se le suma el hecho de que no acostumbran llevar preventivamente una toalla higiénica a todas partes. De todos modos, actualmente esta situación no es "dramática", porque la publicidad habla con mucha naturalidad de los productos higiénicos; fácilmente pueden pedir una toallita o un tampón prestados.