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Cómo alimentarse y alimentar a sus hijos

Madre es madre! Y para la mayoría, la mayor preocupación en el día a día con los niños es sin duda la comida. Algunos porque los niños ...

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lunes, 6 de mayo de 2013

La culpa es de la mamá - reflexiones y confesiones sobre la maternidad


Existe receta para una mujer es de hecho una buena madre? Y, por cierto, se define como "una buena madre"? Para millones de mujeres que culpan a sí mismos por no predecir el 100% en el cuidado de los niños se trata de cuestiones que no quieren que se calle! Bueno, como el Día de la Madre se acerca abordamos este tema con el psicoterapeuta Isabel Monteiro, autor del libro emocionante Blame madre - reflexiones y confesiones sobre la maternidad, Summus Editorial.

En el libro, Elizabeth relata sus experiencias - algunos torpes - como madre de cuatro hijos. A partir del momento de su abuela ya través de la propia infancia, que muestra que las madres, independientemente de su generación, se equivocan. Pero no debe sentirse culpable por ello. Tan simple como eso! Está muy claro: la maternidad puede ser menos arduo y más prazeroza.

Echa un vistazo a la siguiente entrevista que hicimos con el autor y, en última instancia, también para que nos cuenten sus experiencias como madre!

- ¿Hay alguna fórmula mágica para ser una buena madre? Por cierto, ¿qué es "ser una buena madre"?

Elizabeth - Una buena madre es una persona que actúa de acuerdo a lo que está pensando y transmitir la seguridad de los niños, la aceptación y el amor. Una buena madre educa a más de ser un buen modelo a seguir, de seguir las reglas y reglamentos en los que ella cree. ¿No es que la mentira se enseña a no mentir, no engañar, que no enseña a engañar, es aceptar al niño con todas sus dificultades, lo que se les enseña a amar y respetar a los demás. No hay fórmulas milagrosas. Para ser una buena madre debe actuar con sentido común. Usted necesita saber mucho para saber que el niño que está por venir.

- Háblenos de su experiencia como madre. ¿Cuántos hijos tiene? ¿Cuáles fueron sus mayores éxitos y fracasos como una madre?

Isabel - Antes de convertirse en madre, quería a mis hijos y antes de que te des cuenta que les ha encantado. Ser madre siempre ha sido una decisión en mi vida y no cumplir con la "obligación" cultural o social. Los niños querían, y muchos ... Tengo cuatro hijos, el proyecto era de cinco, pero al igual que todos los nacidos de cesáreas, no podían arriesgarse a un nuevo embarazo (por desgracia). Mi primera hija nació cuando yo tina 24 años: Gabriela, quien ahora tiene 39 años y me dio un hermoso nieto llamado Gael (2 años). Samuel nació cuando yo tenía 26 años, hoy tiene 37 años y todavía planea tener hijos (para este año, llega la orden). El Tarsila nació cuando yo tenía 28 años. Ella me una abuela por primera vez hizo, me presentan con el maravilloso Giulia (9 años) y el amado Enzo (5 años). Hoy en día, Tarsila tiene 36 años. El Francis nació cuando yo tenía 32 años. Hoy tiene 31 años y me dio una nieta muy suaves, que es Beatriz (1 ½ años).

Difícil responder acerca de cuál de ellos eran mis aciertos y errores. Creo con todo desordenado y golpeó varias veces hasta que el día de hoy. Soy una madre diferente para cada uno, ya que no son iguales. No son iguales, no se puede estar con todos de la misma madre. Hasta que estudian en diferentes escuelas, porque creo que hay una escuela diferente para cada tipo de niño. La escuela que sirve a un niño no era para otro. Así que con mi actitud: Mis relaciones con uno no era para otro. Criar a los hijos requiere autoconocimiento para poder conocer a la otra, la flexibilidad, la creatividad y muchas dosis de humor.

- Muy madres jóvenes culpan a sí mismos por tener hijos antes de tiempo. Madres mayores se culpan por no haber tenido hijos antes. De todos modos, el mejor momento de la vida de una mujer de ser madre?

Elizabeth - No hay edad para ser madre. Incluso existe la posibilidad de que no desea tener hijos. Criar a los hijos es siempre difícil, especialmente si la persona tiene tendencias perfeccionistas no toleran los errores y no puede manejar la crítica. Cuando usted tiene un socio en la crianza de los hijos, o alguien con quien compartir el trabajo, siempre se hace más fácil. Está claro que las madres jóvenes tienen más diseño físico (que cuenta mucho), pero las madres mayores tienen más madurez. Esto a veces dificulta, ya veces ayuda. Interrumpe la madurez cuando se les impide la búsqueda de la niña que debe existir dentro de ella, y ayuda a la hora de tomar decisiones con mayor confianza. En realidad, ser una madre joven o mayor no es tan importante. Lo que importa es el lugar que la madre le da al niño en su vida.

- De generación en generación, lo que es las diferencias y similitudes entre las madres? Los viejos tiempos de (nuestros abuelos, bisabuelos) podrían eludir las dificultades impuestas por la maternidad? ¿O es que hoy en día son más prácticos?

Elizabeth - Nuestros abuelos y bisabuelos driblavam mejor la maternidad, como lo fue para la mujer el cuidado del hogar y de los niños y los hombres llevar dinero a la casa. Los roles parentales estaban bien definidos y padre era la máxima autoridad. Además, las mujeres ayudaban unos a otros: vecinos, tíos, abuelos ayudaron a cuidar de las crías. Por otra parte, el niño tenía el espacio para jugar en las calles y vivía con muchos niños. Inventado sus juguetes y los juegos, y no es necesario para participar en los juegos de los niños adultos. Ellos eran suficientes. Era mucho más fácil de criar a los hijos. Hoy en día, es mucho más difícil y costoso para criar niños.

- ¿Cuáles son las principales preocupaciones de las madres hoy en día? Y las principales razones que los hacen sentir culpable? ¿Cómo resolver estos conflictos?

Elizabeth - Las principales preguntas de las madres de hoy se refiere a los cambios en las estructuras familiares, los cambios de valores que sufre la sociedad y la falta de una identidad con respecto a las nuevas funciones y roles que deben asumir. Las madres buscan lo que es correcto y lo incorrecto. El miedo de ser culpado por el fracaso de sus hijos cuando ellos mismos acusan. Como la mayoría de las madres es mucho tiempo ausente, debido a que funcionan, tienen miedo de decepcionar a los niños y se pierden. Basta con pensar en lo que ella cree que es correcto para su familia, para dirigir y tomar decisiones. Ejemplo: Si una madre se siente incómoda porque la hija de 12 años quiere dormir con su novio en su propia casa, sólo decir a su hija y terminó ... Pero ella siempre está pensando en lo que es correcto o incorrecto, buscando en otros modelos. Las madres tienen que actuar de manera coherente con lo que piensan, sienten o creen. Sin culpa.

- ¿Cuál debería ser la mayor enseñanza de la madre a los hijos? ¿Y cómo se debe enseñar?

Elizabeth - creo que los mejores enseñanzas se refieren a la cuestión de la ciudadanía: respetar a los demás, amar a las personas, el cuidado por el planeta, finalmente enseñan que las personas no confían en la tecnología para vivir, pero todas las personas que tratan de comprender y que ayudan a resolver sus conflictos. De todos modos, el hombre depende principalmente de la capacidad de crear relaciones de ayuda personal. La mejor manera de enseñar esto a los niños es ser un buen modelo a seguir ya que los niños aprenden por imitación.

- ¿Por qué decidió escribir un libro con este tema? Háblanos un poco de lo que vamos a encontrar en sus páginas.

Elizabeth - me decidí a escribir sobre el tema en un intento de aliviar la culpa que las madres llevan a sus fallas y deficiencias de la familia. Ellos tienen que entender que ese niño es el producto de padre, madre, y un ambiente en gran medida hereditario (ADN). Necesitas entender que ser madre no es "sufrir en el paraíso." Ser madre es también un infierno. Ellos no tienen que ser perfectos. Todos los niños necesitan saber la madre que tiene: con sus cualidades y defectos.

- Con el próximo Día de la Madre, ¿qué mensaje le gustaría transmitir a todos?

Elizabeth - Junta de madres? Perdónese ... culpa de nadie lo que no saben. Ríete de tus errores, porque la risa es todavía la mejor medicina. No lo tome tan en serio el problema de dar una educación exquisita a su hijo. Disfrute de más buenos momentos con la familia. Deja que tus ojos se pierden y relajarse como educadores acerca de sus hijos en el pleno disfrute de la felicidad.

jueves, 29 de marzo de 2012

Para papá

Papi. ¡Viejo! ¡Cuánto te amo! Será por eso que, al terminar la escuela primaria, sólo veía tu rostro entre la muchedumbre de padres que asistieron al acto de fin de curso. Será por eso que disfruté bailando recostada sobre tu pecho cuando celebramos mis quince años. Será por eso que, al recibirme de Perito Mercantil, operadora de PC y profesora de inglés, vivencié tomada de tu brazo mi ingreso en el Liceo y sentí que era tu mano la que colocaba en la mía los diplomas "Suma cum Laude".

Será por eso que, mis pasos, cansados de tanto correr tras amores imposibles, se cruzaron con los de un antiguo amor estoico en el que, casi ciega, yo no había reparado. Un amor por fin mutuo, sincero, puro y adolescente, pese a nuestros "treinta y tantos", por el que entré en el templo vestida de blanco y (también) de tu brazo.

Será por eso, en fin, que hoy miro a mi esposo jugando con nuestra hijita de cinco meses y medio y pinchando con la barba su carita risueña al besarla, y no puedo menos que recordar mi niñez a tu lado. Rememoro cómo arrugaba la nariz y reía como lo hace ella, porque tu barba también pinchaba mi carita de niña mimada.

Sin embargo, no todo es cielo azul, papá. Porque también recuerdo cuando mi madre, a quien tanto amé y amo, me dijo el día que cumplí los veinticinco años, que no eras mi verdadero papá.

Sentí tanto dolor, tanto odio. Huí. Y regresé por amor. Y aprendí a perdonar... Porque nosotros sabemos, papá, que ser padres no pasa sólo por lo genético. El corazón es el órgano por el que se rigen la maternidad y la paternidad, y es por eso que a nuestra hija de la panza le queremos regalar un hermanito del corazón. Y vamos a decirles a ambos la verdad, siempre la verdad.

Y sé que también en esta decisión me vas a acompañar, como lo hiciste en todas las circunstancias de mi vida. Como cuando era chiquita y me caía jugando y exigía a voz en cuello que me levantaras del piso ("¡Que me junte pa-pi...!"), aunque ya podía hacerlo sola. Pero venías y, entre risas, extendías tu mano grande para que yo la tomara y me parase.

"Pone las manos cuando te caigas", me decías. "Así no te golpeas y volvés a levantarte". Siempre lo hice de ese modo en la vida, papá, siempre.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

El éxito en los niños

Hay algunos niños que tienen poca ocasión de saborear el éxito, esa sensación que nos invade al terminar una tarea bien hecha. Y allí donde consiguen algo, a menudo no experimentan una auténtica satisfacción, sea porque el éxito haya sido demasiado fácil de alcanzar, sea porque nosotros, los padres, les quitamos demasiadas piedras del camino.

¿Cómo viven actualmente ciertos niños? No les faltan juguetes, ni dulces, ni entretenimientos, ni amor, ni dedicación.

Lo tienen todo incluso antes de pedirlo. Comparado con los niños de antes, viven en una especie de Jaula, donde los cochecitos y las muñecas se apilan en los estantes, los armarios están llenos de ropa y en la cocina nunca faltan galletitas. ¿Por qué, entonces, se muestran tantas veces insatisfechos, caprichosos, ariscos? Porque les ocurre lo mismo que a Adán y Eva en el paraíso: se aburren.

Claro que esto no quiere decir que serían más felices sin juguetes, comida y amor. Pero también es verdad que no produce la misma satisfacción comerse una tableta de chocolate comprada en el kiosco, que fabricarse uno mismo caramelos, con azúcar, cacao y manteca derretida. Y los niños que se construyen ellos solos un carro de madera juegan más contentos y se sienten más importantes que aquellos que telediri-gen un sofisticado coche.

Porque ellos necesitan esforzarse en la medida necesaria, utilizar al máximo su potencial de actividad para ser felices.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Cambios de generación

Los cambios entre generación y generación tienen que ver con distintos aspectos culturales que influyen sobre los jóvenes; algunos se expresan a través del arte o la política, pero muchos otros están presentes en los actos cotidianos, incluso en los más triviales. Hoy es común ver a un hombre llevando el cochecito de su bebé, cuando hasta hace 20 años llamaba la atención ver a un hombre encargándose de una criatura.

En muchos casos, el varón empezó a cuidar a sus hijos empujado por la situación social o económica. Al quedarse sin trabajo, una cuestión desafortunada, pasa más horas en su casa y eso le da una posibilidad muy positiva: tiene la chance de descubrir que puede disfrutar mucho del contacto con sus niños, de mostrarles sus sentimientos y acercarse desde un costado que antes le quedaba vedado o reservado para momentos especiales. Aprende a disfrutar de sus hijos.

martes, 10 de mayo de 2011

Reacciones ante el cambio de los padres


No todos los niños responderán bien a la "fórmula de las buenas noches". Los niños que no tienen confianza en ellos mismos o tienen algún problema, no cooperarán al principio, pero es muy importante mantenerse haciéndolo todas las noches. Si el niño tiene dificultad en Identificar a|go positivo acerca de sí mismo, usted puede inducirlo diciéndole: "Me encantó como te quedaba ese pantalón que usaste hoy". O: "Es una maravilla lo bien que te llevas con tu hermanito". O bien decirle cosas por las cuales usted lo aprecia: que la haya ayudado a recoger la mesa o que le haya dado de comer al gato sin que nadie haya tenido que recordárselo.

¡No se rinda! Si la fórmula no da resultado las primeras veces, quizás es porque el niño está tratando de comprobar si usted de veras cree en este ejercicio... ¡y en él! Cerrar la puerta y abrir el corazón: "A veces", contaba una niña de doce años, "le digo a mi madre: 'Mámi, ¿puedo hablarte?', y ella me dice: 'Sí, mi amor'. Y yo le cuento todo lo que me está preocupando, y cuando termino, ella me mira y me dice: 'Qué era lo que decías, hijita..?' ". Desgraciadamente, la madre de esta niña no es la única que no atiende. Y los niños que se ven privados durante mucho tiempo de la atención de sus padres se sienten despechados, viven a la defensiva, se muestran poco cooperadores, indiferentes o batalladores.

Si algo de esto le ha sucedido con su hijo, usted puede persuadirlo de que confíe en usted nuevamente. Pero deberá dedicar tiempo a lograrlo... y enfrentar el problema en la forma correcta. Piense en los momentos en que usted le ha abierto su corazón a otra persona... esa persona le ofrecía una atención completa, ¿no es así? Y, además, esa otra persona habló muy poco, se concentraba en escucharla a usted y lo que le estaban diciendo.

Pues, el caso de su hijo no es distinto al suyo. Y si usted quiere que sus hijos abran su corazón lo primero es crear una situación similar. Escoja un lugar de la casa adecuado, y elimine todo tipo de distracciones. Aleje del área a los otros niños, a los animales, apague la televisión, la radio o el tocadiscos... dispóngase a escuchar.

La actitud corporal que usted asuma es tan importante como las palabras que vayan a intercambiarse. Siéntese cómodamente, pero bien cerca de su hijo, al alcance de sus manos. Manténgase relajada e interesada en lo que su hijo tiene que comunicarle. Su actitud ayudará a su hijo a sincerarse.

Si el hijo tiene alguna dificultad en comenzar, usted puede ayudarlo con algunas preguntas, como: "Dime, ¿qué fue lo que te sucedió hoy, que estabas tan enfadado?", "¿Cómo te sientes?". Si todavía el niño, o el joven, permanece callado, usted puede ayudarlo más todavía con comentarios de este tipo: "Sé muy bien lo complicado que le resulta a uno hablar de sus sentimientos". O bien: "No quieres decirme lo que te pasa porque tienes miedo de que yo vaya a criticarte o a pelear... Te aseguro que no lo haré!". (Y, por supuesto ¡no vaya a ocurrírsele hacerlo, pase lo que pase!).

Esté preparada para obstáculos de todo tipo. A algunos niños les resulta más difícil que a otros abrir completamente su corazón a los demás. Pero usted debe ser persistente y llenarse de paciencia. A lo mejor tiene que estarse un buen rato en silencio, con el brazo extendido sobre los hombros de su hijo. No se angustie si él la rechaza. Simplemente, déle una y otra oportunidad de que hable, en (as circunstancias adecuadas. Y finalmente verá cómo el tiempo y el amor que ha invertido ¡los recobrará con creces!

domingo, 6 de marzo de 2011

Cuando se escapan del colegio



Hay "rabonas" y "rabonas". Algunas son ocasionales e ingenuas; otras, reiteradas y más conflictivas. Todas merecen la atención y el control de padres y profesores.

-Papá, tenes que firmarme la reincorporación.
-Pero, ¿cómo?, ¿faltaste quince días?

Sí, fueron quince certeros y rotundos días los ausentes. Así lo testimonia el papel que el adolescente exhibe temeroso a su padre. La sorpresa inicial va seguida generalmente de una pregunta cargada ya de bronca: "¿Y dónde estuviste?". Porque mamá y papá se acuerdan bien del día que todos se quedaron dormidos y tuvo que faltar, de alguno más por la gripe, de la mañana que fue a sacarse la cédula, de uno o dos días de lluvia... ¿Y el resto?

Según los casos, los padres se enfrentan con un hecho intuido y la sorpresa entonces no es tal, o con una noticia inesperada que los angustia. No sólo están frente al hijo que no cumplió con su obligación de concurrir a clase, sino también ante la incógnita de saber qué hizo en esas horas. Para ellos hay dos transgresiones, y quizá la segunda les pese más.

Este tema no se presta para generalizar: hay "rabonas" y "rabonas". Algunas son ocasionales, otras muy frecuentes. Están los chicos que faltan sólo para salvarse de una prueba o de una lección, y los que usan ese tiempo para reunirse con sus amigos en un café, escuchar música, salir con una chica o un muchachito, o simplemente vagabundear sin rumbo.

Y también hay jóvenes que quieren probar y se "ratean" para no ser menos que sus compañeros -más acostumbrados a estas aventuras- y conseguir así su aceptación. Por lo general, estos chicos no pueden disfrutar mucho de esas horas libres, y se sienten culpables. Están incómodos, tensos, no saben bien qué hacer. Lo más probable es que terminen contándoles la "hazaña" a sus padres, o hagan algo para ser descubiertos.

Pero en cualquier caso es importante conocer cuál es la relación de cada adolescente con su familia y el control que los padres tienen de las actividades de su hijo. Sólo así se descubrirá el verdadero motivo de la falta.

sábado, 5 de marzo de 2011

El rol de los padres


El aporte de algunos al cuidado de sus hijos sigue obteniendo un aprobado "por los pelos", aunque una buena parte de este grupo tan dispar trate de superar prejuicios absurdos. Desgraciadamente, el camino a recorrer es todavía muy largo porque, salvo tareas menores o casos de verdadera urgencia, la comparación entre ciertos maridos y mujeres a la hora de arrimar el hombro continúa siendo odiosamente desigual: ellos se preocupan y llaman a casa para preguntar cómo se encuentra el pequeño enfermo, pero casi siempre son ellas quienes tienen que faltar al trabajo para quedarse atendiéndolo.

Ellos se encargan de comprar sus pañales, saben preparar la mamadera y cambiarlos... siempre que sea de día; de noche, suelen ser ellas quienes se levantan para calmar su llanto. Pero como su colaboración continúa sin ser la norma, se ve como algo excepcional: todo el mundo alabará "que él ayude a su mujer"en el cuidado de los hijos, como si fuera un favor y no una obligación. Así llegan a creerse que cooperan una barbaridad. Pero lo cierto, salvando las debidas excepciones, es que ellos presumen de los hijos, mientras ellas los cuidan.

jueves, 3 de marzo de 2011

La ayuda de los padres


¿Ayudar? Según y cómo

Porque muchas veces, cuando los hombres deciden compartir, resuelven también en qué terreno o en qué actividad concreta participan. La imagen del padre de familia que "cocina los domingos" es muy reveladora. Lo habitual es ayudar en labores temporales, que ocupan un tiempo muy determinado y que se olvidan una vez realizadas, cuando no exclusivamente en las que se hacen "por hobby".

Pero la educación y el cuidado de un hijo es una tarea que exige estar continuamente pendiente y a veces ellos declaran "no tener tiempo". Dicen que les resulta difícil compatibilizarlo con su carrera profesional y, sin embargo, miles de mujeres lo hacen aparentemente sin excesivo esfuerzo.

La causa primoridal de este comportamiento está en la educación recibida. Desde muy chicos asumimos que las mujeres son mejores en este terreno -de hecho, lo aprenden desde niñas jugando con muñecas-. El padre mejor intencionado guarda esto en su inconsciente.

Pero también las madres. Diana, de 32 años, confiesa que prefiere evitar la "ayuda" de su marido: "No puedo soportar verlo dar de comer a nuestra hija. Pone todo hecho un desastre y siempre acabo diciendo 'deja sigo yo'. Cuando él se empeña en vestirla, tengo que hacerlo yo otra vez. De no ser así, la pobre iría horrible". Algo que acaba dando lugar a un curioso mecanismo de "incompetencia asumida", que convierte la incapacidad inicial en una excusa para la despreocupación.

Al tercer "y esto, ¿cómo dices que se hace?", surge el inevitable "deja, yo me ocupo", lo cual, por supuesto, sienta un precedente. Al tratarse de un comportamiento inconsciente, son muchos los padres que creen -y así lo declaran- estar colaborando más de lo que realmente lo hacen. Su contribución, comparada con la de la mujer, suele ser mínima y. además, siempre asesorado o "vigilado" por ella.

sábado, 26 de febrero de 2011

Un niño demasiado bromista


Un niño alegre es un niño feliz. ¿Quién lo duda? Un niño espontáneo, saludablemente inquieto y juguetón, un pequeño que bromea y se ríe es la expresión viva de una infancia dichosa y de un crecimiento sin trabas. Pero no toda gracia es saludable ni todo humor significa felicidad. También en esto caben excesos. Veamos, si no, el caso de Claudio.


Una mañana en el colegio, para hacer reír a sus compañeros metió una lagartija en el cajón de la mesa de la maestra. Cuando ésta entró en clase, el silencio era tan denso que casi podía tocarse. A los diez minutos abrió el cajón para buscar una tiza y... desde luego que todos se rieron ante el salto que pegó. Y a Claudio le tocó desfilar, en loor de multitudes, camino del despacho del director. Claro que a sus padres, cuando fueron informados, la cosa no les hizo tanta gracia.

Y es que hay niños muy graciosos. A las bromas de Claudio no les falta osadía y, muchas veces ingenio. Son golpes maestros que le aseguran celebridad. De hecho ya es famoso, y no sólo en su colegio, sino en parte del distrito escolar. Una celebridad duramente adquirida después de una intensa carrera ascendente.

En otra ocasión la profesora de inglés llegó al aula unos minutos antes de lo habitual. No sospechaba ella el llamativo espectáculo que había estado a punto de perderse. Claudio, en el frente, realizaba para sus colegas una perfecta imitación de "la cotorra de inglés", con graznidos y todo.

No hablemos de su casa, donde están ya un poco más que hartos. Una de sus especialidades son los números de terror. Puede surgir de la oscuridad con un súbito alarido, poniendo a su abuela al borde del infarto. Su mamá recuerda con espanto la tarde en que lo encontró tendido en mitad del living, con los ojos en blanco mientras de sus labios resbalaba un líquido rojo. Por suerte se trataba de simple mercromina.

No hay duda de que el niño tiene un gran sentido de la teatralidad y una cuidada escenografía. También es especialista en imitaciones. Cuando un personaje de la tele le llama la atención, imita su voz y sus gestos las 24 horas del día, y sigue erre por erre aunque ya no haga gracia y para hastío de quienes lo rodean.

¿Qué nos está indicando el comportamiento de Claudio y de otros que, como él se hacen los payasos todo el tiempo?

No se nos entienda mal. Un payaso es un personaje tierno y cercano para los niños. Imitarlo es una de las cosas más saludables que hay. El sentido del humor, además, es una cualidad muy importante en las personas. Incluso funciona muchas veces como un valioso mecanismo adaptativo frente a situaciones difíciles.

Pero en algunos niños observamos un exceso, una patética desesperación por hacer gracia a toda costa, aunque la reacción de los demás muestre claramente lo contrario. Algo no anda bien.

Claudio, sin ir más lejos, tiene resultados escolares que dejan mucho que desear. Y tiene un hermano que, por contraste, obtiene calificaciones excelentes. Sus padres no disimulan sus preferencias por este escolar brillante, inteligente y dócil.

Con su conducta Claudio está buscando eso que se repite tanto a la hora de explicar muchos comportamientos infantiles: llamar la atención. Dicho de otra forma, busca reconocimiento y afecto, gustar y sorprender con sus gracias.

El aprendiz de cómico convertido en bufón

Cuando Claudio era todavía muy niño, su familia celebraba con ganas sus monerías infantiles. Siguió creciendo y fue evidente que había resultado agraciado con el don de la chispa, del humor y la gracia espontáneos que hacían reír a todos. Hasta que sus primeros fracasos escolares, en contraste con los triunfos de su hermano, comenzaron a robarle la auténtica alegría. Contraste que además fue resaltado, al establecer inoportunas comparaciones, por unos padres carentes de tacto. Y como ya se había especializado en hacer reír, esa especialidad suya tenía ahora que cargar con el peso de apuntalar su maltrecha valoración de sí mismo.

La verdad es que aún tiene gracia muchas veces, pero otras tantas tiene muy poca o ninguna. Además con frecuencia hay en sus bromas verdadera mala onda, que delata la amargura y la angustia que laten en el fondo.

lunes, 21 de febrero de 2011

Padres de adolescentes


Una sicóloga norteamericana enseña a liberarse de la tiranía de los hijos adolescentes. Se dice que hay tres estilos de padres: los autoritarios que esperan que sus hijos se amolden a un conjunto de normas y los castigan cuando no obedecen. Este tipo de padres suele producir hijos retraídos, desconfiados, rebeldes.

El extremo opuesto, la paternidad permisiva es evidente en aquellos progenitores que evitan imponer sus reglas y permiten que sus hijos regulen su propio comportamiento. Esto a menudo permite demasiada autonomía y produce hijos que se sienten perdidos y que ansian tener límites.

El tercer estilo es el convincente. El padre convincente mantiene el control proveyendo estabilidad y cariño. Este enfoque no afecta la autonomía ni la Iniciativa. Estos padres dependen mucho del razonamiento verbal. Este es el estilo ideal para educar a los jóvenes de hoy. Según este estilo de padre si a uno no le gusta el hábito que tiene su hijo de ver constantemente televisión lo mejor qué puede hacer es eliminar el campo de batalla.

Un padre cuenta que compró otro televisor y lo colocó en el cuarto del joven al lado de su escritorio. Este truco le sirvió para dejar de discutir con su hijo, y para su sorpresa logró que hiciera su tarea y aún apagara el televisor para hacerla.

viernes, 16 de abril de 2010

Relacion de padres e hijos


El amor y los padres de adolescentes

Los padres deben acompañar a sus chicos adolescentes en este malestar, y no burlarse de su tristeza. Muchos adultos satirizan o toman en broma estas pequeñas-grandes angustias de amor de sus hijos. Esto no es correcto porque por su edad consideran que es trascendente lo que están viviendo y es importante respetarlos.

No se debe minimizar su dolor porque sea adolescente. Los chicos también sufren, y los padres deben compartir y ayudarlos a superar este trance.

Sin embargo, algunos padres reaccionan agrandando de tal manera este mal de amor, que termina siendo perjudicial. Sus hijos lloran y ellos también. Se identifican tanto con sus chicos que pierden madurez. Creen que como esa relación amorosa falló ningún otro buen candidato aparecerá. Todo está perdido, piensan, y así desaniman más a su adolescente.

Lo adecuado es tomar una posición equilibrada, acompañándolos en su angustia, pero no desesperándose como ellos. ¿Cómo? Escuchándolos, aconsejándolos y ayudándolos a superar el dolor por no ser correspondidos. Debemos estimular su autoestima e infundirles con calidez confianza en sí mismos. No hay que desesperarse junto a ellos. El adulto puede identificarse con el dolor adolescente porque conoce lo que son los males del amor, pero también debe conservar cierta distancia para tironearlo a salir del pozo. No sirve hundirse con él. Los padres deben ser balsas.

Estas crisis pueden servir de oportunidad para mejorar el vínculo padres-hijos que muchas veces se quiebra en la adolescencia por la rebeldía y el desafío que manifiestan los jóvenes. Si los padres demuestran que están seguros de su autoridad, que tienen experiencia de vida y capacidad para comprender las desesperanzas y deseos de los más chicos podrán utilizar esta crisis para recomponer y mejorar la relación que tienen con sus hijos.